REFLEXIONES EN TORNO AL CONCEPTO DE CULTURA.
A través del concepto de naturaleza nos aproximamos ya al concepto de cultura. Se atribuye la paternidad del mismo al antropólogo inglés E. B. Taylor, quien lo elaboró hacia 1871 a partir del concepto de raza. Para este autor, cultura es ese todo complejo que comprende el conocimiento, la moral, la ley, la costumbre y otras facultades y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad. Es decir, comprende toda clase de comportamiento aprendido. Poco después Franz Boas comenzó a usar esa palabra para designar no ya algo que una sociedad o un hombre puede tener en mayor o menor grado, sino una entidad, un conjunto de elementos propios de una sociedad, que se diferencia de otros conjuntos del mismo tipo.
Para Freud, el creador de la psicología moderna, la cultura comprende todo el saber y poder conquistado por los hombres para llegar a dominar las fuerzas de la naturaleza y extraer bienes materiales con qué satisfacer sus necesidades, por otra parte, todas las organizaciones necesarias para regular las relaciones de los hombres entre si y muy especialmente la distribución de los bienes naturales alcanzables. Vemos que este autor distingue aquí dos aspectos: conocimientos y técnicas por un lado y, por el otro, las formas de organización social. Para él, la función primordial de la cultura, su razón de ser, se encontraría en la defensa de la sociedad contra la naturaleza. Si bien esto pudo ser aún válido hace un siglo, dejó de serlo en las últimas décadas, en que la cultura empezó a asumir ya la tarea de defender a la naturaleza de los excesos de la sociedad humana.
El filósofo italiano A. Gramsci escribía que el hombre es un proceso, y precisamente el proceso de sus actos. Es el resultado de una serie de experiencias concretas que vivió a lo largo del tiempo. De las sociedades humanas se puede decir lo mismo. Cada hombre no sólo crece con sus propias experiencias, sino también con la herencia cultural de su sociedad, e incluso de otras sociedades. Cada comportamiento individual actualiza la cultura, e incluso la enriquece. El acto de enriquecimiento es la creación. Toda creación se apoya en esta herencia cultural, y su aporte será mayor cuanto más innove, cuanto más se preocupe por contribuir a la evolución de la cultura en que se da.
Para el marxismo, la cultura es el conjunto de los valores materiales y espirituales acumulados por el hombre en el proceso de su práctica histórico-social. Se destaca así el carácter histórico de la cultura, como resultado de un proceso acumulativo y selectivo.
¿QUE COMPRENDE LA CULTURA?
La cultura comprende todas nuestras costumbres, usos y hábitos. Es decir, todo nuestro comportamiento es cultural. También son cultura las técnicas que usamos para hacer alguna cosa; una vivienda o un tapiz, por ejemplo.
Comprende la religión o sea, la creencia en seres sobrenaturales y el culto que se les rinde, la concepción del alma y de su vida después de la muerte. También la ética o moral, que nos señala lo que está bien y lo que está mal, lo que debe y no debe hacerse, Esto varía significativamente de una cultura a otra. Así, entre algunos grupos indígenas de la selva es lícito el infanticidio de uno de los gemelos, ante la imposibilidad de la madre de cargar y alimentar a los dos hijos a la vez. Antes de decir que una cosa es moral o inmoral es preciso situarse en una cultura determinada. Para el cristianismo eran inmorales las danzas indígenas, que para estos pueblos tenían en cambio un gran valor, por ser un modo de afirmar la vida y la vigencia de la cultura. Viceversa, al indígena le sabían inmorales algunos aspectos de esa religión; por ejemplo, comer el cuerpo de Dios en la comunión.
Comprende lo que pensamos de la vida, del tiempo, de la naturaleza. Nuestro sentido del amor, del arte y de la belleza.
Comprende la lengua que hablamos, fundamental vehículo de la cultura.
Comprende nuestros conocimientos de las plantas y los animales, los nombres y significados que les damos, y los usos que hacemos de ellos. La etnobotánica estudia la relación de las plantas con las diversas culturas. la etnozoologia se ocupa de la relación entre los animales y las diversas culturas. Ambas son ramas de la etnobiología, que comprende a las dos.
Las prácticas de la medicina tradicional son también parte de la cultura. Asimismo, la farmacopea tradicional, que se ocupa de la preparación de medicamentos, de los componentes, grados de combinación y ritos que le dan o aumentan su eficacia.
Comprende los mitos, los cuentos y leyendas, el teatro, la poesía y la fábula.
Comprende las esculturas que tallamos en piedra o madera, la cerámica y la alfarería. Las técnicas y diseños textiles. La pintura, el grabado y el dibujo.
Comprende la música y la danza.
Comprende nuestras vestimentas y adornos corporales.
También nuestras comidas y bebidas, la forma en que las preparamos.
Todas nuestras creencias, la imagen que tenemos del mundo y de las relaciones sociales, integran también la cultura. En gran medida tal imagen es un reflejo de la vida real de los individuos dentro de una determinada sociedad, y conforma su conciencia ideológica. Esta conciencia suele albergar frecuentemente elementos falsos, que son deformaciones o interpretaciones erradas del mundo real. Así, hay personas postradas en la miseria por un sistema injusto que las oprime y margina socialmente y las explota económicamente, que aceptan este hecho como si fuera producto de la fatalidad o de una inferioridad congénita. En vez de tomar conciencia de su realidad y luchar por su modificación, acomodan su conciencia a ella, falsificándola, llegando a sostener que se es pobre o rico por ley divina, o por azar.
ASPECTOS DE LA CULTURA
La cultura se nos presenta como una totalidad que norma la vida de un grupo humano, pero está compuesta en verdad por una multitud de partes o elementos interrelacionados.
Las unidades mínimas de la cultura se denominan rasgos. La unión de varios rasgos sobre una base coherente forma un complejo. Así, la vivienda es un complejo en el que se asocian múltiples rasgos. En la investigación no se debe aislar a los rasgos del complejo del que forman parte. A los complejos, a su vez, no se debe aislarlos de la rama de la cultura a que pertenecen. Así, por ejemplo, no se separará a la máscara de la indumentaria de una determinada danza, y a esta danza de la danza, como una rama de la cultura. Un rito funerario o matrimonial, el tequio o una tambora son complejos, pues reúnen varios rasgos.
Suele hablarse de foco cultural para señalar la tendencia de toda cultura a presentar mayor complejidad, mayores variaciones en determinados aspectos del conjunto. Se desarrollan así ciertas fases de la vida, mientras otras permanecen relegadas. El foco de una cultura es entonces el conjunto de características más sobresalientes de la misma.
En la cultura hay aspectos materiales y aspectos espirituales. Los primeros dan respuestas a las necesidades materiales del hombre, como beber, comer, protegerse de las inclemencias del tiempo, defender su vida, trasladarse de un sitio a otro. Los que no se relacionan con estas necesidades son los aspectos espirituales de la cultura. Podemos hablar así de necesidades materiales y necesidades espirituales. Un cántaro, una red, un cuchillo, una canoa se relacionan con las primeras. Un violín, un poema o una danza se relacionan con las segundas, así como las decoraciones que se le hacen al cántaro o la canoa. Pero no debe confundirse esto con lo que se llama cultura material y cultura espiritual de una sociedad. La cultura material hace referencia sin distinciones, a todos los objetos producido por una cultura, por lo que una cerbatana y una flauta entran en la misma categoría, pese a satisfacer necesidades distintas. La cultura espiritual está constituida por la música, por la danza, las normas de conducta, las creencias, la poesía y las narraciones orales, y todo tipo de comportamiento y obra que no deje una huella material visible. Así, en la danza, los trajes de los danzantes serían ya cultura material.
La cultura posee aspectos manifiestos y aspectos encubiertos. Así un antropólogo que llegue a la comunidad podrá ver y describir los objetos que usa la gente (casas, vestimentas, utencilios, etc) pero hay aspectos a los que no podrá acceder nunca plenamente a través de la simple observación. Por ejemplo las creencias religiosas, los poderes que atribuyen a determinadas plantas, los valores morales. Para comprenderlos bien precisará de un informante, es decir, de alguien que pertenezca a esa cultura. Los primeros son los aspectos manifiestos. Los últimos, son los aspectos encubiertos de una cultura. Estos consisten en conocimientos, actitudes y valores, es decir, en fenómenos de tipo psíquico. Al estudiar los mismos se penetra en el terreno de la psicolgía, tanto individual como social.
Si observamos cualquier cultura, incluso las más simples, veremos que no todos sus elementos son conocidos por la totalidad del grupo. Habrá elementos que sí son compartidos por la enorme mayoría que Ralph Linton llama los universales de una cultura, y otros sólo poseídos por unos cuantos miembros de la sociedad, o sea, las especialidades. El idioma, como vehículo de la cultura, será común, aunque en su léxico habrá siempre palabras que no todos conocen, por no ser muy usuales, las costumbres relacionadas a la alimentación, la indumentaria, los matrimonios y ritos fúnebres serán también conocidas por todos. Pero los curanderos poseen conocimientos y técnicas que los otros miembros de la sociedad desconocen, al igual que los músicos y artesanos. Los ancianos suelen ser también depositarios de valiosos elementos de la tradición oral que los jóvenes ignoran. Este fenómeno crece a medida que la sociedad se torna más compleja, como consecuencia de una mayor división del trabajo.
Así la edad, el sexo, los oficios y las clases sociales representan esferas de conocimientos especiales, unidas por la base común de los universales de la cultura. Esto llevó a pensar a algunos antropólogos que lo que se llama cultura es en verdad un conjunto unificado de pequeñas culturas.
Hay veces en que una cultura establece dos o más formas de hacer una cosa. Son las llamadas alternativas de una cultura. El uso de una u otra alternativa institucionalizada por la cultura puede decir ya algo de un individuo, pero una personalidad sobresaliente se adquiere por formas experimentales de comportamiento dentro del marco u horizonte de esa misma cultura. Por eso no hay personalidad que no esté referida directamente a una cultura.
En el trabajo de rescate y clasificación de los elementos de una cultura es preciso tomar en cuenta el grado de difusión de los mismos. 0 sea, si son conocidos por todos, o sólo por las mujeres, los ancianos, los músicos o curanderos, por ejemplo. Esto orientará luego la acción de difusión.
SOCIEDAD Y CULTURA
Sociedad es todo agregado organizado de individuos de la misma especie animal, que siguen un modo semejante de vida. Con esto estamos diciendo que la sociedad es exclusivamente humana. Aún más, nació antes que el hombre. El reino animal nos muestra múltiples formas de sociedades: un hormiguero, una colmena, una bandada de patos o palomas silvestres, un cardumen de peces, un rebaño de búfalos o elefantes, son sociedades. Pero son sociedades sin cultura ya que la cultura es algo específicamente humano, como se dijo. Más el hecho de que todas las sociedades humanas sean sociedades cultas no nos autoriza a confundir sociedad y cultura. Eso sí, hallaremos siempre una estrecha relación entre ambos conceptos.
Mientras la sociedad está compuesta por un determinado tipo de individuos biológicos, la cultura se compone de un conjunto de rasgos ordenados en un sistema que la sociedad fue creando a lo largo de su proceso histórico. La sociedad es así el sujeto creador, mientras que la cultura es el objeto creado, el producto de toda la actividad desarrollada por una sociedad, de sus luchas contra el medio, contra otras sociedades y entre sus mismos segmentos. Los individuos, para fundar una sociedad, deben darse una organización: es lo que se llama organización social. Esta fue entendida por ciertas corrientes antropológicas como parte de la cultura de esa sociedad, y se llegó a confundir ambos aspectos. Lo más apropiado es distinguir siempre entre estos términos, no subsumir lo social en lo cultural, pues son dos dimensiones diferentes de la realidad.
Toda transformación de la estructura social modificará también a la cultura, aunque es probable que no en un grado equivalente. La cultura suele cambiar muchas veces con lentitud, yendo a la zaga del cambio social otras veces ocurre lo contrario, o sea, que la cultura experimenta cambios casi revolucionarios, mientras que las estructuras sociales sufren una mínima alteración. Aunque se codeterminan, ambas esferas mantienen una relativa independencia. Un cambio social, como se dijo, provocará un cambio cultural. También un cambio cultural puede propiciar un cambio social. Sólo si no confundimos estos dos conceptos repitiendo el error de la escuela culturista norteamericana, podremos estudiar las influencias recíprocas.
LA TRANSMISION CULTURAL.
Como los individuos que integran las sociedades son mortales, todo lo aprendido por ellas estaría condenado a perderse de no ser por la transmisión. Las sociedades animales no transmiten cultura porque no la tienen, pero si hábitos y defensas adquiridos por la especie a lo largo del tiempo y fijados a la herencia biológica. También ciertos comportamientos aprendidos, que se parecen un poco a la cultura. La sociedad humana trasmite su cultura de una generación a otra, como un paso fundamental para su permanencia y desarrollo.
Vimos que la cultura es algo que un individuo aprende dentro de una sociedad. Oyendo hablar a sus padres, parientes y otras personas que lo rodean el niño aprende el idioma, y por medio de este instrumento va aprendiendo los conocimientos más complicados. También observa los aspectos manifiestos, y los reproducen. Este proceso se llama sociabilización o endoculturación y se da principalmente en los primeros años de vida, época en que el individuo asimila la mayor parte de los elementos culturales que habrán de normar su existencia, dentro de esa sociedad y aún fuera de ella. Tal proceso de aprendizaje, espontáneo e inconsciente, continuará hasta el fin de sus días, pero a un ritmo cada vez menor.
A cierta edad el niño es enviado a la escuela, en donde se le transfiere conocimientos planificados, ordenados en un sistema racional, y conforme a un fin que se persigue. Aquí el niño adquiere conocimientos en forma consciente. 0 sea, a sabiendas de que está aprendiendo. Tal transferencia conforma la educación, que puede continuar en el nivel medio o superior.
La educación puede versar sobre los propios elementos de la cultura, profundizando y ampliando los conocimientos aprendidos en el medio social o, por lo contrario, sobre cosas que muy poco o nada tienen que ver con tal aprendizaje, y que incluso contradicen las pautas culturales ya asimiladas por el niño. En ambos casos estaremos ante una enseñanza monocultural; en el primero de tipo indígena, y en el segundo, occidental. La enseñanza monocultural indígena afirmaría esa cultura, pero no daría mayores, elementos al niño para enfrentarse después con la sociedad nacional.
Sólo conociendo a esta sociedad el indígena podrá luchar eficazmente por los derechos de su pueblo, y también en defensa de sus propios intereses. Por eso la educación debe ser bicultural, o sea, trasmitir dos culturas, la del grupo étnico y la de la sociedad nacional. Si para ello se usan los dos, idiomas, se tratará de una educación bicultural bilingüe. Si se enseña en un solo idioma las dos culturas sería una enseñanza monobilingue y bicultural. La enseñanza que más sirve, al proceso de liberación de los pueblos indígenas es la bicultural bilingüe, y se debe tratar de convertir a la misma en una realidad en una realidad indiscutible. La educación bicultural bilingue, habrá triunfado cuando la lengua y la cultura de los grupos étnicos sean estudiadas como un fin en sí, y no como un medio para imponer más rápido otra lengua y otra cultura, y colonizar así culturalmente al grupo.
Cuando lo que se enseña en la escuela contradice lo que el niño aprendió o aprende fuera de la misma, se le está creando un serio conflicto, un trauma cultural. El maestro que crea en el niño esta contradicción no está sirviendo a su pueblo sino a una acción colonizadora; se vuelve un instrumento de opresión de su pueblo. El maestro debe enseñar cosas nuevas, que permitan a la gente vivir mejor, pero para eso no es preciso que ataque la cultura tradicional. Por lo contrario, deberá apuntalar los aspectos que considere positivos de la misma, y en cuanto a los que juzgue negativos, deberá mas bien confiar en que el proceso de concientización que él contribuye a impulsar los ira dejando atrás, como algo superado. Decir que pueden conservar una costumbre porque es buena, y no otra porque es mala, y usar su poder para imponer un criterio, es adoptar una actitud arrogante y de dominio, ya que solo el pueblo en conjunto, como sujeto histórico y creador de cultura, puede determinar lo que habrá de conservar y lo que no de sus costumbres. Ni el maestro, ni el político, ni el religioso pueden tomarse esta atribución. Lo que más pueden, hacer es llamar a la reflexión, proporcionar a la gente elementos de juicio para que profundice en algún aspecto de su cultura.
Debemos considerar hoy a los medios de difusión como una forma de transmisión cultural, por la trascendental importancia que han adquirido en, el mundo moderno. La radio, la televisión, los periódicos, el cine, etc., nos abruman de elementos culturales. Pero la mayor parte de esos elementos sirven a una política de dominación cultural, de imposición de los valores de la sociedad capitalista occidental, que van desplazando poco a poco los valores genuinos del pueblo. Más que cerrarse a estos medios, el indígena debe tratar de apoderarse de los mismos para transmitir su cultura, su concepción del mundo, en este momento en que la tradición oral parece interrumpirse, pues de hecho ha dejado de funcionar debidamente. Tal apoderamiento de los medios de difusión modernos resulta entonces de vital importancia para la transmisión de la cultura étnica.
Un artista que teje un tapiz o escribe un cuento esta creando. Su obra consiste en combinar elementos por la cultura para obtener un producto nuevo, que enriquecerá al acervo cultural de la sociedad. Al elevar el nivel de la cultura se eleva él mismo en forma paralela, adquiere la cultura que está creando y luego la transmite a su público. Se puede considerar entonces a la creación como una forma de adquirir y transmitir cultura. Quien aprecia después este tapiz o cuanto participa también en el proceso creativo, pues está recreando la obra, dándole un sentido personal. Una obra de arte se completa con esta recreación de las personas que la interpretan y valoran.
LA CULTURA VISTA DESDE ADENTRO Y DESDE AFUERA.
Todo hombre pertenece, por formación, a una sociedad, y por lo tanto a una cultura, que es él marco en que se ha desarrollado su personalidad. Siempre sus juicios estarán de algún modo condicionados por esa cultura, y le resultará muy difícil llegar a adoptar un punto de vista totalmente neutro, objetivo, imparcial y a la vez profundo sobre otra cultura ante lo que no es más que un observador, un visitante temporario, pero no integrante, un participante real.
Esto indica que una cultura vista desde adentro no será igual que vista desde afuera. La diferencia suele ser grande, Lo que es “bárbaro” para un observador externo puede ser sublime para un participante. Los antropólogos, por ejemplo, estudian múltiples sociedades humanas, las comparan para buscar similitudes, y diferencias que les permitan formular leyes de cierta validez, y se preparan así para ser observadores desprejuiciados, pero rara vez logran extirpar todos los condicionamientos de la cultura a la que pertenecen. Es posible también que sus observaciones y conclusiones sean interesadas, que busquen servir a los fines de la institución que les paga.
La distinción tiene importancia, y no sólo para explicar diferencias en las interpretaciones de un hecho cultural. Todo verdadero proceso liberador, debe partir de la autopercepción consiente, de una reflexión crítica sobre sí que realice el grupo, y no de lo que otros, piensan sobre él. Esto puede servir como complemento, pero no como basamento. Es decir, como importante indicio o aproximación. La palabra de los antropólogos y otros científicos no se tendrá por cierta mientras no coincida con la visión desde adentro.
Para que la visión desde adentro pueda ser también científica será preciso que el grupo cuente con antropólogos propios, que al estudio de una materia unan la vivencia en esa sociedad, y que trabajen para las instituciones, de la misma y no para la sociedad que la oprime. Sólo así se podrá asegurar que la ciencia social sirve verdaderamente a su liberación. Porque no basta que una investigación sea objetiva y arroje resultados ciertos. Hay que tornar también en cuenta quien maneja esos datos y con que fines.
De lo anterior surge que no se debe confiar totalmente en la objetividad de la observación realizada desde adentro sin instrumentos científicos, pues la sociedad no es siempre transparente a sus agentes, y hay mecanismos inconscientes que suelen viciarla, como veremos más adelante, De todas maneras, esta perspectiva ofrece una ventaja de que los errores que se puedan encontrar en la interpretación de los-datos se inclinarán casi siempre hacia el lado indígena, favoreciendo sus fines, y no hacia el del que los oprime. Veamos a título de ejemplo, trasladándonos ya al campo social, el caso de los censos indígenas de América. Las cifras suelen estar en ellos por debajo de lo real, mientras que en las apreciaciones que hacen las organizaciones indígenas de su población ocurre lo contrario, o sea, que las cifras son superiores a lo real. ¿Por qué? Por que a un grupo étnico le conviene tanto exagerar su población como a la sociedad nacional disminuirla, ya que los resultados se traducen en peso político y en obligaciones de transferir recursos a esas áreas en bienes y servicios. Tales diferencias no resultan de una arbitrariedad, sino de la adopción de criterios distintos. Es decir, las dos interpretaciones son igualmente científicas, sin que esto excluya el juego de los intereses. Es que allí donde hay una ambiguedad, donde las cosas no son del todo claras, caben dos o más interpretaciones, y una convendrá más que otra al observador.
CULTURA ALFABETICA Y CULTURA PREALFABETICA.
Vimos ya que todos los hombres tienen cultura, y no solamente algunos. Si no la tuvieran no serían hombres. Muchos analfabetos creen o dicen de sí mismos que son hombres sin cultura. Esto es un equívoco que se debe combatir. No solo que todos los analfabetos tienen cultura, sino que a veces su cultura es más rica, más elevada, que las que poseen muchos alfabetos. Así hay hombres que son excelentes músicos, recitan versos tradicionales, conocen complicadas técnicas, mitos, leyendas, y creen no obstante, porque se lo hicieron creer, que carecen de cultura. Ocurre simplemente que participan de una cultura tradicional prealfabética o no alfabética, y que no dominan la técnica de la cultura alfabética, introducida en América por los europeos en el siglo XV. Naturalmente, si se domina esta escritura se podrá conocer más a fondo la cultura occidental, y estar mejor informado de lo que ocurre en otras partes del mundo. Pero para conocer su cultura, esa persona no precisa de la escritura, pues ella se transmite por otro instrumento: la tradición oral, que se complementa con la vivencia directa. El vehículo fundamental de la cultura no es la escritura, sino la lengua. Ella, de por sí, ha sido capaz de permitir la transmisión cultural durante siglos y milenios. Muchos pueblos inventaron diversas formas de escritura, para dejar a las generaciones venideras un registro histórico, y también para otros usos. Entre ellos, el de posibilitar el control y la opresión de sociedades numerosas. La alfabética sólo es una de las tantas formas de escritura que se conocen, y no es usada hoy en todo el mundo.
CULTURA ETNICA, CULTURA POPULAR Y CULTURA NACIONAL
Cultura étnica es toda cultura sustentada por un grupo étnico determinado. Podemos hablar así de la cultura mazahua, de la cultura huichol. El hecho de que una cultura étnica posea muchos elementos de carácter mestizo no le quita su condición de tal, siempre que tenga vigencia en una sociedad definida, como étnica.
Las culturas étnicas forman parte de la cultura popular del país en que se manifiestan. Pero la cultura popular no es sólo indígena. Hay culturas populares de tipo mestizo, ya sean regionales o urbanas. Podemos hablar así de la cultura de los "ladinos" de los altos de Chiapas y de la cultura de las grandes masas urbanas, como las de la ciudad de México. Estas culturas podrán tener múltiples elementos indígenas, pero al sustentarse en individuos que no son indígenas no podemos llamarlas culturas étnicas. En los países de América que tuvieron bastante emigración europea, como Argentina, Uruguay, Canadá, etc., o de países vecinos, podemos hablar también de una cultura popular de inmigración, que realiza aportes de gran valor. Pensemos, por ejemplo, en la cultura chicana en Estados Unidos. Se presenta como el resultado de esfuerzo de adaptación de esos extranjeros a la nueva realidad cultural que les toca vivir, y también como una interpretación de la misma.
¿Y qué es la cultura nacional? Debería, en principio, ser la misma cosa que cultura popular, pero la realidad americana se encarga de mostrarnos lo contrario. La cultura popular tiene una real existencia social, su ser no depende de una aceptación, de un reconocimiento oficial, aunque éste, por cierto, impulsará su desarrollo; se suele llamar en cambio cultura nacional al proyecto cultural de la clase o partido en el poder, algo que se quiere imponer a las masas a mediano o largo plazo, a través de la educación oficial y los medios de difusión. Las obras que se ajusten a este proyecto serán premiadas y reconocidas, y las que no, marginadas, condenadas al silencio, por más que se sustenten en la vida de las grandes mayorías. Se llegan a proponer así como nacionales una serie de valores que no tienen ningún arreglo en las masas, creados por otras culturas que ya colonizaron a las clases dominantes. En estos casos la cultura nacional deja de ser una realidad social para volverse un concepto político, un proyecto ideológico.
Todo verdadero proceso de liberación debe conducir a la identificación de la cultura nacional con la cultura popular, pues en una sociedad libre la cultura nacional no puede ser otra que la cultura popular.
Referencia
Bonfil Batalla, G. (1983). México: Ed. Premia.